martes, 24 de agosto de 2010

MACLEOD GANJ – Rumbo a las montañas


El último trecho de este viaje es necesario hacerlo en autobús. Por un lado, reacios. Ya que la experiencia de la mayor parte de viajeros es que hay que evitarlos siempre que puedas. Y en este caso no se podía. Y por otro curiosos por tener nuestro propio viaje en un bus local, nos subimos al susodicho vehículo de transporte colectivo.


Cualquier autobús de la EMT sería de lujo al lado de aquel cacharro viejo, sucio, y duro. Pero que al final resultó fiable.

Viajamos incómodos, y no dos horas como nos confirmaron cuando compramos los billetes, sino tres largas gracias a las innumerables paradas para dejar y recoger pasajeros. A nosotros nos pareció una eternidad, las paradas aleatorias eran demasiado frecuentes y esto llegó a irritarnos. Creíamos que no llegaríamos nunca. Cuando dejamos la estación de autobuses hasta pensamos que aquel, no sería un lance demasiado duro por ir el autobús medio vacío. Qué ilusos. Si te descuidas te plantaban un paisano encima para optimizar el lucro del viaje. Te apretujan tanto que es imposible no conversar y conocer, al menos un poco, a otros sufridos pasajeros. La mayor parte de ellos locales. Eso sí, todos demostraban un admirable sentido del humor en aquellas circunstancia. No como nosotros.

También tuvimos la oportunidad de conocer a una joven pareja de franceses, Anaïs y Olivier, con quien compartimos los gastos del taxi para subir desde Daramshala hasta Mcleod. Así como los cuatro km de empinada carretera que separa ambas localidades, en un TATA diminuto con nuestras mochilas en el techo. Nos encontramos con ellos en otras ocasiones, tomamos algún té y comentábamos la jugada del día. La mayoría de las veces en el Green Guest House, donde podíamos conectar a internet y saciar nuestro apetito con las abundantes y excelentes comidas que servían. Los noodles riquísimos, especialidad que a la postre sería de las preferidas por Jones. Ya Indiana fue fiel al Veg Fried Rice . Sin lugar a dudas, a nuestro paso por Mcleod, este fue el lugar perfecto para relajarnos, tomar algo, charlar con otros viajeros, y también con los simpáticos propietarios del local.

Rio alrededores
En aquel pueblecito encontramos una gran cantidad de turistas. También muchas personas trabajando de forma voluntaria con las diferentes organizaciones que intentan salvaguardar la cultura tibetana. Entre los pobladores, una importante colonia de tibetanos refugiados que viven principalmente del comercio, de la artesanía, y del turismo. Tienen, junto con su máximo representante el Dalai Lama, la difícil tarea de mantener vivas sus reivindicaciones y lo que resta de su cultura. Se fueron estableciendo progresivamente desde que en 1960, el Dalai Lama y los primeros exiliados que huyeron de Tíbet cruzando el Himalaya, se instalaron en la vecina India. Desde entonces se dice que la mayor parte del patrimonio cultural tibetano ha sido eliminado a manos del gobierno chino. Hoy nos cuesta creer que con el peso de China en el mundo, el Dalai Lama y su pueblo, tengan una posibilidad real de recuperar su autonomía. O siquiera de ser reparados, si es que esto es posible.


Muchos son sin embargo los que siguen el budismo. Practicantes se acercan a este pueblo en las montañas desde lugares muy distintos. Vienen en una especie de peregrinación, como en una progresión de su vida espiritual.

De entre los turistas occidentales muchos todavía vienen a enriquecerse espiritualmente practicando yoga, meditación etc. Sin embargo nosotros distinguiríamos entre los que realmente estudian y practican estas técnicas de una forma seria. Y los que alcanzan su momento zen mientras toman una cerveza, o compran en las numerosas tiendas y puestos callejeros.

Nosotros decidimos proyectar nuestra energía a través de la gastronomía, ya que nos sedujo la variada oferta de cursos de cocina india, tibetana etc. que la ciudad ofrecía. Optamos por la culinaria india y al final de la clase los participantes del curso nos comimos las cinco recetas, incluido el postre, que la profesora Nisha preparó aquel día. Los platos fueron:

Chana Masala
Chana Masala – Garbanzos bastante especiados que se sirven con arroz. Para chuparse los dedos.


Vegi Pulao – Arroz con verduras, algo menos especiado pero inconfundible sabor indio.

Samosa – No estamos seguros de este nombre lo verificaremos, pero son como buñuelos fritos hechos con masa de chapati, y rellenos con verduras y patata cocida sofritas en especias. Good, good.

Barantha – Tortas de harina mezcladas con una masa de patata cocida especiada que se funde con la propia torta al aplanarla con el rodillo. Suena raro pero su elaboración es interesante y al final sabe riquísima.

Pudin de Arroz- O lo que vendría a ser nuestro arroz con leche pero con el toque indio. Un clásico.



Después de tres días parecía que aquel pueblo se nos quedaba pequeño. Había que pensar cuál sería el siguiente movimiento. Nos gusta el clima de montaña, pero moverse en India por ellas es un dolor. Mucho bus, además los tipos van como locos. Muchas curvas también, e innumerables horas para llegar a los lugares que nos interesaban. ¿Bajar a las planicies? Ni pensar, seguíamos bajo el implacable monzón, demasiado calor. Teníamos la sensación que India nos escupía fuera de sí. Que nos sacaba de refilón como lo hace una onda al liberar su proyectil. Sentíamos que no aguantaríamos allí. Necesitábamos tiempo antes intentar enfrentar el desafío de adentrarnos aún más en este país donde estábamos hacía apenas siete días. ¿Desistimos y nos vamos a Formentera? Sugería cobardemente Jones sin creerse lo que decía. Indiana fatigada pero firme determina: no, vamos en frente. Sí pero, ¿dónde? Por la información que teníamos el vecino Nepal, lleno de montañas a rebosar, pintaba perfecto para darnos este break. Es lo bueno que tiene viaja por libre, vas a donde quieres cuando quieres. Si las circunstancias lo permiten claro está.

Cuando nos decidimos, vimos que lo mejor era bajar a Delhi de nuevo. Horror, me niego, recelaba Indiana. Diez horas de bus, este algo más decente. Mas una hora extra por avería, tirados en una carretera india de noche. Un flipe.

El trayecto desde Mcleod en el norte de India hasta Pokhara en Nepal, destino objetivo, lo hicimos en dos días y medio con escala en Delhi. Esta vez descubrimos una cara diferente de la ciudad. Aquella donde los aseos públicos del precioso Lodi Park estaban más limpios que los de muchos hoteles o restaurantes, por increíble que parezca. Aquella donde los Indios de clase alta que van a los cafés de corte europeo, conversan en inglés entre ellos. Y no en indi como el populacho. Aquella donde el Embajador de España tiene su residencia. Y no estamos diciendo que hayamos sido convidados a tomar el té con él, ya nos hubiera gustado.







3 comentarios:

VANESSA dijo...

Hola Caracolas!!!
Qué tal todo?
Por lo que contais tiene todo una pimta estupenda, que guay, nosotros por aquí recien aterrizados de las vacaciones y ya casi planeando algún viaje para volver a irnos supongo que es el síndrome postvacacional, así afrontamos mejor el año de trabajo que nos espera, jejejeje. Indiana aguanta, no decaigas, aunque aquí siempre tendrás una jarrita de cerveza bien fría en casa de los vecinos. jejejeje, ahora Olivia está en el pueblo y yo me estoy tomando un tintito de varano en la terraza y sin saber por qué o si lo sé, me he acordado de vosotros, Bueno me encanta tener noticias vuestras, seguir disfrutando, un besazo, bueno no, muchos besazos, Vane.

Unknown dijo...

Holaaaaa!!!!!! Que envidia me dais. Aquí de vuelta al trabajo y a los atascos típicos de estas fechas en los madriles, y vosotros dándoos al caviar y los ricos manjares indios sin más preocupación de adonde iré mañana para seguir descubriendo sitios espectaculares. Como se lo montan algunos!! Además estáis hechos unos campeones, vais esquivando las inclemencias del tiempo (llegué a estar preocupado), ¿o a lo mejor es que donde pisáis no vuelve a crecer la hierba....? Habrá que seguiros de cerca, por si acaso sois vosotros los causantes de tanto desastre climatológico.
Una cosa es cierta, de esta sales hecho un escritor. Que narrativa!!! Hasta me he convertido en el seguidor número 1 (haber si cunde el ejemplo) y he solicitado que me lleguen todos vuestros comunicados de forma preferente.
Me recordáis a Willy Fog y Romy (su novia) en aquella entrañable serie de dibujos animados, especialmente en aquellos capítulos que transcurrían por la India.
Vosotros seguir pasándolo bien y contándonos vuestras aventuras. Y recordar, tener cuidado ahí fuera, y seguir dándonos envidia.
Besos y Abrazos.

Capi y Enca.

@Micamilo dijo...

Salve salve ilustres lectores:
Os agradecemos vuestro aliento de todo corazon, y os prometemos no cesar en nuestro empeno de compartirlo con todos vosotros.
Besos
Dioooos nos morimos por una Mahou y una buenta tapita de jamon